Implantación
Cuando decidimos implantar un software de gestión global en la empresa (ERP), es decir que controle todo sin tener que recurrir a otras aplicaciones externas o al socorrido Excel, parece como si se nos cayera una losa encima.
Tenemos asumido, que cuanto más grande o especiales sean los procesos de la empresa, menos opciones tenemos y a menudo requieren una inversión importante y abierta. Es decir, que sabemos el coste inicial, pero no el final. Sobre la marcha se van añadiendo horas de consultoría, modificaciones y modificaciones que no se habían calculado bien o no se habían previsto (¿después de tanto análisis y tanto consultor???).
Otra preocupación, es la de si podremos hacer todo lo que queremos y llegar a donde queríamos llegar. Si al final de todo, obtenemos el resultado deseado, la inversión por importante o incierta que fuese, la damos por bien empleada, pero la mayoría de las veces la única garantía, es la que nos ofrece el márquetin del fabricante. Es una empresa grande, pago una suma importante, luego tendré un resultado perfecto.
Pero el silogismo, se nos viene abajo cuando descubrimos que para una empresa grande nosotros somos insignificantes, que lo que para nosotros era un sobreesfuerzo económico, para ellos es pura calderilla y que una vez metidos en la inversión y en la implantación llegamos a un agotamiento tal que, si alcanzamos la mitad de los objetivos, nos damos por satisfechos